martes, 24 de marzo de 2015

Carta a Hato Hasbún

Estimado Hato:
Realmente no sé si felicitarte o darte el pésame por el nuevo nombramiento como Comisionado Presidencial de Seguridad. Tendrás que cargar el bulto más grande, incómodo y difícil de este gobierno. Aunque te da mucho poder, nadie te va a envidiar este cargo…

Te deseo, de todo corazón, éxito en esta misión de enfrentar y revertir la espiral de violencia en la que todos estamos atrapados. Aunque la primera vez, cuando el presidente Funes te puso al frente del gabinete de Seguridad, entre el 2009 y el 2011, resultara una “misión imposible”, déjeme decirte que no estás condenado a repetir el fracaso, si estás dispuesto a aprender de las experiencias de los últimos años.

En el pasado no tan lejano de la postguerra, nosotros dos fuimos buenos amigos – pero no supimos preservar y desarrollar esta relación, cuando vos te fuiste al centro del poder y yo asumí un papel de crítico del gobierno. Como en los últimos años ningún otro medio me ha funcionado para comunicarte contigo, aprovecho esta carta para darte algunos consejos.

I. Para enfrentar bien este nuevo reto, esta vez no puedes cometer el error de dispersión. No puedes seguir siendo el hombre “multiusos” y “apagafuegos” de los presidentes. Sobre todo, no puedes ser secretario de comunicación de Casa Presidencial y al mismo tiempo Comisionado de Seguridad. El secretario de comunicación tiene que cuidar y promover la imagen del presidente y su gobierno. Esto lo mete en una lógica que es incompatible con el esfuerzo serio de construir una política del Estado para enfrentar la violencia y la inseguridad. Urge separar estas funciones. De todos modos, muchos tienen la sospecha que los esfuerzos de Seguridad de este gobierno, de su Consejo de Seguridad Ciudadana, y por ejemplo la marcha del 26 corresponden más a una estrategia de comunicación publicitaria que a una estrategia de enfrentar la violencia – y los factores que la generan.

II. Como Comisionado Presidencial de Seguridad tienes que construir un gabinete de seguridad que asuma la tarea indelegable de construir una estrategia de Seguridad Pública. Con planes medibles. No pueden seguir delegando esto a un Consejo plural que representa la sociedad civil.

III. Una vez que ustedes, como gobierno, definan su Estrategia y Plan de Seguridad Pública, queda espacio para convertir el Consejo de Seguridad Ciudadana en lo que realmente necesitamos como complemento: una instancia autónoma de la sociedad civil, que se encarga de construir un Plan de Paz. La seguridad es tarea del Estado, en cambio, la paz es tarea de toda la sociedad. El Consejo, para que sea ciudadano, tiene que dejar de servir como instrumento para llenar los vacíos del gobierno. Tampoco puede servir para generar financiamiento, mediante la cooperación internacional y la empresa privada, para la PNC, las cárceles y otras funciones del gobierno.

El Consejo sólo tiene sentido si se encarga, no de la seguridad pública, sino de crear condiciones para la paz: prevención y reinserción, creación de empleo para sectores marginados, transformación de los barrios. Y sobre todo, el Consejo tiene que ser un espacio de diálogo y concertación, sin ninguna exclusión.

Si asumís tu cargo con esta concepción, con audacia, y sobre todo con este sentido de inclusión, tendrás apoyos donde ahora ni te lo puedes imaginar. Los que hemos acompañado, desde el 2012, el proceso de la tregua con el fin de crear condiciones favorables para que el Estado, la sociedad y la empresa privada puedan comenzar a atacar las raíces de los problemas de marginación y violencia, podremos movilizar energías en las comunidades, los barrios, e incluso entre los pandilleros para construir un proyecto de paz.

Te hago el reto: Hablemos de esto, en serio, sin pajas, sin temores, sin exclusiones, para identificar puntos de coincidencia para un proyecto común: parar la escalada de violencia  y movilizar toda la energía, de todos, hacia un esfuerzo compartido de condiciones para la paz.

Saludos, Paolo Lüers 
(Mas!/El Diario de Hoy)