lunes, 20 de abril de 2015

Carta al ministro de Seguriad

Estimado Benito:
No tengo idea quién toma las decisiones en el gabinete de Seguridad. Sospecho que no sos vos. Pero como ministro sos el responsable de las políticas de seguridad.

Escuchando las declaraciones del presidente, del Comisionado de Seguridad Hato Hasbún, del Secretario Técnico Roberto Lorenzana, y también las tuyas, ustedes han decidido buscar una solución militar al problema de la violencia y de las pandillas. La famosa mano dura de los gobiernos de ARENA se queda corta en comparación de lo que están tramando. De todos modos, como dice mi amigo Salvador Samayoa, ARENA nunca realmente implementó un plan mano dura: Implementó un plan de propaganda.

Comparto el asombro que me han expresado varios militares, tanto de bajo como y de alta, frente al hecho que hoy ustedes, los ex-comandantes guerrilleros, quieren implementar contra las pandillas una réplica de las estrategias que la Fuerza Armada, siguiendo recetas norteamericanas, aplicó a ustedes durante la guerra. Es un viraje irónico de la historia que ustedes, los ex-guerrilleros, hoy quieren buscar una solución militar a un problema que requiere de soluciones políticas y sociales – mientras los militares llegaron a la conclusión que estas estrategias contrainsurgentes fracasaron – entro otras razones porque comprometieron a la Fuerza Armada con un sinfín de violaciones a los Derechos Humanos.

¿No te parece el mundo al revés que hoy en día son los militares que están consientes de los peligros (para el país y para la institución armada) de una estrategia de usar la fuerza militar para desarticular o incluso aniquilar a las pandillas – mientras que ustedes ordenan a la Fuerza Armada revivir y lanzar contra las pandillas los tristemente célebres BIRI, los Batallones de Reacción Inmediata, como el Atlacatl, el Atonal, el Belloso y el Bracamonte?

Los militares saben que cuando uno activa fuerzas especiales, el conflicto se profundiza, se amplía y se militariza. No me digás que ustedes no tienen conciencia de esto.

Los militares saben que cuando al obligar a los pandilleros a enfrentarse a contingentes militares, se verán obligados a entrenarse mejor, a conseguir más y mejores armas, a reclutar a más jóvenes - y a incrementar sus acciones delictivas para financiar todo esto.

El ministro y el secretario presidencial de Seguridad
Hato habla de un “batallón de limpieza”. Él no lo sabe, pero los militares y los ex guerrilleros sabemos que una guerra de este tipo, contra adversarios que tienen profundas raíces en la población civil, no se puede llevar adelante sin volverse fuerza represiva y violadora de Derechos Humanos. Y que en medio de esta escalada del enfrentamiento, todos los esfuerzos de prevención y de transformación de las comunidades, se vuelven inoperantes.

Las pandillas no son una fuerza militar. No tienen ni la experiencia, ni la estructura, ni el armamento para aguantar el enfrentamiento directo con fuerzas especiales de la Fuerza Armada y de la policía. ¿Realmente piensan que las pandillas, ante esta situación de desventaja, se van a rendir o desmantelar? Van a hacer lo mismo que la insurgencia hizo durante buena parte de la guerra: evadir el enfrentamiento directo, recurrir a atentados, asesinatos de policías y soldados individuales, y atacar estructuras no militares del Estado que les declara la guerra. De hecho, esto ya está pasando. Y no es difícil predecir que esto se va a radicalizar y ampliar.

Aunque ahora el FMLN puede recoger el apoyo de una población harta del miedo, de las extorsiones y de la violencia, ¿creen que este apoyo se va a mantener si su estrategia de confrontación al tope no resuelve el problema sino más bien lo agudiza?

Ustedes han mandado de regreso a Zacatraz a todos los cabecillas de las pandillas involucrados en esfuerzos de parar la escalada el conflicto, de reducir la violencia y de abrir espacio a soluciones basadas en el diálogo, la inclusión y la inversión social. Ustedes ya han dado luz verde a sus fuerzas policiales a implementar operaciones de exterminio y ejecuciones extrajudiciales. Con todo esto, no han debilitado las pandillas, los han empujado a más violencia. Antes de dar el siguiente paso y comprometer la Fuerza Armada en esta estrategia de solución militar, reflexionen bien y exploren seriamente otras alternativas.

Nunca es tarde, Benito. Saludos, Paolo Lüers
(mas!/ El Diario de Hoy)